CECILIA EGUIARTE
CECILIA EGUIARTE una joven soprano con una voz que cautiva y emociona.
Ceci Egui, como le llaman de cariño sus allegados, es aún lo suficientemente joven para no ocultar su edad de una presentación. “Nací el 27 de abril de 1992, en la ciudad de México; soy y me siento orgullosamente mexicana”, asegura. “Durante mi vida he aprendido que la clave para vivir radica en hacer lo que amas día con día y descubrir que siempre hay más por hacer, lo cual me ha llevado a una felicidad interminable”, apunta la entrevistada como un credo personal. Y lo reafirma describiendo el perfil que la caracteriza en su existencia:
El violinista nacido en Moscú emigró, junto con su familia, a Israel muy joven. En su nueva patria es donde habría de establecer un vínculo permanente con la música, mostrando desde muy temprano indiscutibles dotes interpretativas.
“Me considero una persona alegre; creo que el mejor adorno en el ser humano es una enorme sonrisa. Tanto en mi vida personal como profesional soy responsable, dedicada, entregada, honesta, respetuosa y agradecida. Me encanta disfrutar y aprender de la naturaleza, de la gente, de mi entorno, de mis errores y logros. Ver una buena película, tomar un rico té, estar con amigos y conocer gente nueva son cosas que me encantan. Pero, sin duda, lo que más amo es cantar y hacer música”.
¿Cómo expresarías tu interés por la música y el canto?
Mi interés por la música es algo mucho más grande que un gusto personal. Es mi forma de vivir; mi aporte con mi familia, amigos y con la sociedad. El canto es mi voz, la forma con la que expreso mi sentir. Y pienso que es un compromiso personal abrir puertas a las nuevas generaciones a través de tu expresión y así otorgar beneficios para nuestra gente, que tanto hace falta hoy en día.
¿Cómo descubriste que el canto era tu voz? ¿En qué forma has desarrollado esa expresión personal?
A los cuatro años de edad entré en el Instituto Artene bajo el método del maestro César Tort. Ahí tocaba percusiones y estaba en el coro de niños. El maestro Héctor Villalobos (maestro de Artene) escuchó mi voz y me metió al coro Schola Cantorum.
¿Qué puedes platicarme sobre tu participación en el certamen de canto Francisco Araiza en el que obtuviste el primer lugar? ¿Qué piensas que fue distinto y determinante en esa ocasión para ganar?
Este concurso es una oportunidad que se brinda a los jóvenes cantantes con aspiraciones profesionales. De entrada, agradezco la oportunidad que se nos otorga para demostrar nuestro desarrollo vocal porque, en definitiva, mi resultado en el concurso no es una casualidad. Es consecuencia de muchos años de trabajo; fue el reconocimiento de muchas horas de dedicación y esfuerzo. El premio me tiene muy contenta. Sin embargo, no me ha detenido. Sigo buscando la participación en más concursos con carácter internacional para complementarme como cantante. En México, el nivel de la ópera va en crecimiento y existen muchas otras herramientas que podemos aprender en otras escuelas. Considero que el concurso me ayudó para reafirmar mis conocimientos y proponerme nuevas metas. Pienso aprovechar mi premio para seguir perfeccionándome como artista.
Beneficiaria del Estudio de la Ópera de Bellas Artes, la artista destaca la sororidad que halló en la obra en tres actos de Juan-Marcos. Y afirma que en la puesta en escena de Belén Aguilar se creó un espacio de visibilización de las mujeres, bajo la batuta de José Areán al frente de Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata y con el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes, dirigido por Rodrigo Cadet.
En su corta carrera, ya interpretó a dos poetizas en su carrera, Alcira Soust Scaffo y sor Juana Inés de la Cruz, ambas para dos óperas mexicanas: Luciérnaga, de Gabriela Ortiz, y La sed de los cometas, de Juan-Marcos, que contó con libreto de Mónica Lavín, autora de Yo, la peor (2009), por la que ésta ganó el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2010.